viernes, 27 de febrero de 2009

***EL OSO POLAR***



Vive en el medio polar y zonas heladas. Presenta un perfil más alargado que el de otros osos y las patas más desarrolladas, tanto para caminar como para nadar largas distancias. Las orejas y la cola son muy reducidas, para mantener mejor el calor corporal, al igual que en muchos otros mamíferos árticos. En esto también colaboran una gruesa capa de grasa subcutánea y un denso pelaje, que en realidad no es blanco, sino translúcido, formado por miles de pelos negros así el calor corporal coje mas calor.

Los machos adultos alcanzan normalmente pesos de entre 400 y 500 kg, aunque se conocen ejemplares excepcionalmente grandes que alcanzaron o incluso superaron los 1.000 kg. Las hembras suelen pesar de 200 a 300 kg; sin embargo, en el tiempo en el que acumulan grasa antes de dar a luz, pueden pesar cerca de media tonelada. Los machos miden en promedio 2,5 m de largo, mientras que las hembras rondan los 2 m.

Esta especie es la más carnívora de todos los osos, aunque ingieren una parte ínfima de vegetales durante el verano ártico en la tundra. Nadan con facilidad (a veces cientos de kilómetros), pero capturan a sus presas en tierra o sobre el hielo, siendo los depredadores dominantes de su hábitat. Las focas y algunas ballenas, como la beluga, son capturadas cuando abren agujeros en el hielo para respirar.

REPRODUCCION

El período de apareamiento (único en que los osos de ambos sexos se reúnen y tratan de forma amistosa) es entre abril y mayo, pero los óvulos no se fertilizan y comienzan a desarrollar hasta septiembre aproximadamente, en lo que se conoce como implantación diferida. Durante este tiempo, la hembra trata de almacenar la mayor cantidad de grasa posible.

Sólo las hembras preñadas buscan refugio durante el invierno (aunque no hibernan), dando a luz una o dos crías durante el invierno en un refugio excavado en el hielo.



AMENAZAS

El número de osos polares se ha reducido enormemente en las últimas décadas.
Las amenazas más modernas las constituyen la acumulación de contaminantes en el hielo y atmósfera árticos y el calentamiento que está afectando su ecosistema. Según estudios canadienses (2005) el hielo de las zonas habitadas por estos animales se está derritiendo hasta tres semanas antes que en la década de 1970, obligando al oso a retirarse a tierra firme sin haber completado sus reservas de grasa, que pierden durante el verano y el otoño en forma tan crítica que afecta la capacidad de las hembras para quedar preñadas y minan su capacidad de producir leche para alimentar a sus crías. Esto ha provocado una caída del 15% en la tasa de nacimientos.

POR:

GABRIEL LOPEZ

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